Retomo el blog después de un tiempo de no escribir, y me encuentro con esta entrada que al haberla escrito durante un vuelo, no la subí por tener el teléfono en modo avión. Espero les guste y les ayude a quien pasa por lo mismo.
«En la tierra soy una leona, pero arriba, en el aire soy un ratón» dijo Anuradha Koirala, una valiente activista que no tiene miedo a enfrentar a traficantes de personas (puedes ver su admirable labor en el documental Nepal’s Stolen Children), pero no puede confrontar su miedo a volar. Al escucharla decir esta frase me sentí tan identificada, pues normalmente no soy «miedosona» pero al encontrarme atrapada dentro de la gran cápsula voladora de metal, y específicamente, mientras pasamos por zona dé turbulencias, mi mente piensa que es buen momento para recordar noticias como lo ocurrido a los jugadores del equipo de fut Chapecoense. En este mundo sobre informado, quienes sufrimos este miedo podemos evitar ver programas como «Desastres aéreos» de NatGeo, pero no podemos evitar por mucho tiempo noticias como la ocurrida al Chapecoense. Un hecho tan lamentable que lo escuchamos en todos lados.
Si, no es nada agradable la ansiedad provocada por el miedo a volar, pero al ser el miedo algo creado en nuestra mente, es también con la mente que podemos controlarlo. Solo tenemos que enfocar nuestros pensamientos en cosas positivas como:
Pensar que es gracias al vuelo que podemos reunirnos con nuestros familia y amigos qué tenemos lejos. Vas a volar para ir a ver a tus padres? imagínate abrazándolos cuando estés ansiosa durante el vuelo.
Viajar es increíble! y volar es la forma más segura de viajar! Y aunque no disfruto tanto el volar, la verdad, el viaje empieza desde que nos subimos al avión, pues que vistas mas hermosas se pueden ver a través de las ventanillas!. Recuerdo un 12 de diciembre que volé de noche sobre la Ciudad de México, la cual estaba cubierta por las explosiones de fuegos artificiales multicolores, por los festejos de la Virgencita de Guadalupe, que llegaban hasta donde alcanzaba la vista, fue algo mágico e inolvidable. Como también lo es volar sobre esta misma ciudad en abril, cuando se ve la ciudad cubierta de lila, por todas las flores de jacarandas.
Te cuento algo que me ayuda a tranquilizarme. Una vez me toco sentarme a lado de una señora, de esas que les encanta platicar, y como a mi también me encanta, pues empezamos y no paramos. Me contó que era la esposa del piloto y mi primera reacción fue preguntarle si no se preocupaba muchísimo cada día que salia a trabajar. Muy tranquila me dijo que no, porque sabe lo preparados que están los pilotos. Me contó que cada avión tiene tres motores, si falla uno, entra el segundo y si el segundo llegara a fallar, que es sumamente poco probable, todavía se tiene el tercer motor. Y si de plano el tercero fallara? le pregunte, y continuo explicándome que los pilotos tienen muchas horas de experiencia, y ademas tienen que pasar un examen, aterrizar un avión en medio del desierto de Nevada, con el motor apagado. Así que es bueno saber que estamos en buenas manos, las de los pilotos y sobre todo, las de Dios. Así que a encomendarnos a El, relajarnos y disfrutar el viaje!