Para los que me leen fuera de Sonora, les cuento que es el estado que colinda con Arizona, Estados Unidos, por eso los sonorenses aprovechamos la cercanía con el país vecino para venir a darnos una vuelta de vez en cuando. Este fin de semana venimos a Tucson, y ahorita ya vamos de regreso, pero antes pasamos a misa. Me dio mucho gusto ver la iglesia llena, se dice mucho que la fe se está perdiendo, que ya nadie va a misa en este país, pero al ver a esa congregación tan grande reunida para celebrar misa recordé esta frase de Facundo Cabral:
«Los buenos somos mayoría, pero no se nota, porque las cosas buenas son humildes y silenciosas -una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba, hay millones de caricias que construyen la vida.»
Imágenes como las de esa iglesia llena no salen en los noticieros. Lo que si es noticia son los acontecimientos tan lamentables que han ocurrido últimamente como las balaceras masivas donde tantas personas han perdido la vida. Y sobre esos trágicos hechos hablo el padre justo antes de que terminara la misa. Nos leyó una moraleja sobre un gurú que le preguntó a sus discípulos cómo podían saber si era de noche o de día. Un discípulo contestó que de día era cuando podía distinguir a lo lejos entre una vaca de un caballo, o un árbol de limón, de uno de naranjas. Pero el gurú le contestó que no, que no importaba si hubiera luz de sol o de luna, si al verle la cara a los demás no reconocíamos en ellos a nuestra hermana o hermano, siempre será de noche.
Me gusto mucho esta moraleja, que aplica tanto en estos tiempos de tanta intolerancia donde se discrimina, se rechaza a quienes tienen diferente raza o credo. Como dijo el gurú, vivamos en la luz, veamos a los demás como nuestros hermanos, nuestros semejantes y será hasta entonces donde viviremos en paz.
Y como este es un blog de maternidad no puedo evitar dirigir todo lo que me dejo el padre con nuestro trabajo de crianza. Todo se aprende, todo, las cosas buenas, pero también las malas. Un niño no nace racista, se hace con el ejemplo que ve en casa. Un niño no nace con un manual de buenos modales y civismo, eso lo aprenden de nosotros, por qué les enseñamos, pero sobre todo porque lo ven. Ven como no se debe tirar basura en la calle porque nosotras no lo hacemos, como se debe de respetar a los demás porque ven como nosotros respetamos (las señales de tránsito, a los adultos mayores, a la naturaleza etc). Enseñémosles a nuestros niños a ver en los demás a sus hermanos, a verlos como sus semejantes para que crezcan con empatía, y que nunca sean el «bully» del salón.
Al salir de misa nos detuvimos ante esta vista tan bonita del desierto.
Feliz domingo!