Hoy desperté con la noticia de la muerte de mi abuelo; se fue después de cumplir su misión, no solo de llegar a los 100 años, sino de ser un esposo, padre y abuelo ejemplar. Recibo la noticia estando lejos, sin poder abrazar a mi padre, solo pude marcarle por Facetime; al colgar comenzaron a pasar por mi cabeza aquellas películas retro de los años 50´s que grababa mi abuelo. Escenas de mi papá, como de ocho años, corriendo feliz en un campo de trigo, seguidas por una toma donde está sentado junto a mi abuelo manejando un tractor. Mi papá con sus hermanos, muy sonrientes, en un día de campo, corriendo por la playa, festejando algún cumpleaños. Pongo pausa mental en la toma de mis abuelos juntos, jóvenes, enamorados, muy contentos. Dicen que en el cielo tomas la forma de tus años más felices, por eso estoy segura que así está: Joven, feliz al lado de su gran amor.
Se fue pero quedan esas escenas en los corazones de su familia, y también el aprendizaje de que eso es lo que verdaderamente importa, lo trascendental, lo que queda aún cuando alguien se ha ido: vivir plenamente, siendo feliz haciendo feliz a tus seres queridos.
Les comparto esto porque quizás estemos viviendo los años más felices de nuestra vida, con salud, amor, la alegría que nos dan nuestros pequeños. Escenas que seguramente recordaremos con una gran sonrisa al final de nuestros días, pero tal vez ahora no lo valoremos tanto, por lo cansado que llega a ser esta etapa donde cuidamos a una personita imparable que depende completamente de nosotras. Es pesado, muy pesado, tener que soportar una rabieta de una pequeña que se frustra por no poder comunicarse, pero esto es una fase que pronto pasará. Al ver mentalmente la película de la vida de mi abuelo, me doy cuenta que cien años pasan volando. Por eso intentemos no apresurar aun más el tiempo y apreciar cada momento.
Quizás nos frustramos porque no temenos tiempo para hacer muchas cosas, queremos abarcar tanto que descuidamos lo que verdaderamente importa: Pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos, divertirnos con nuestros pequeños, disfrutar el cuidar de nuestra familia.
Le doy gracias a Dios por habernos prestado a mi abuelo estos cien años, y espero que al igual que él, tener la gran dicha de ver crecer a mis hijos y nietos, y poder dejarles la mejor herencia, videos mentales de muchos buenos momentos juntos.
Descanse en paz