Quienes somos “generación X” (nacidos 1965- 84) somos afortunadas, crecimos libres, corriendo y jugando con los vecinitos a las escondidas, a la roña y brincando la cuerda o el elástico. Usábamos nuestra imaginación, como cuando construíamos, en las cajas donde venían los electrodomésticos grandes, casitas o naves espaciales. Pintábamos con gises las banquetas donde andábamos en patines, bicicletas y pogoballs. Veíamos solo las caricaturas que estaban en la programación de un par de canales, y si seguíamos una serie, debíamos esperan una semana para ver el siguiente episodio (ejercimos la paciencia). No había tanto consumismo, entonces, por ejemplo si querías escuchar música, solo tenías unos cuantos discos, así que tocabas y tocabas sin parar el de Enrique y Ana o Parchis, bailando con tus zapatitos Windy´s. (Nuestras mamas también fueron afortunadas de poder criar a sus hijos en aquellos años, donde podían poner Pizzerolas y Kool-aid en nuestras loncheras sin sentir remordimiento, y no vivían confundidas con las distintas opiniones de múltiples mommy chats)
Todavía me acuerdo cuando mis papas me regalaron
La Rainbow Brite, la casita del árbol, el Lite-Brite y el Hornito Mágico, donde podías hacer pastelitos que se horneaban con el calor de un foco, pero sin duda, el mejor regalo que me dieron mis papás fue hasta que cumplí 14 años, una hermana!
Mi hermana y yo nos llevamos tantos años, que hasta pertenece a otra generación: Millennials. Ella creció junto con el internet, por eso nunca tuvo que sufrir lo que era acordarse el domingo en la noche (cuando ya todas las papelerías habían cerrado) que el lunes en la mañana debías llevar una estampita de Miguel Hidalgo al colegio. También tuvo una infancia increíble, pero muy distinta a la mía, un poco menos callejera, y un poco más sedentaria, por el incremento de la inseguridad y el boom de los vídeo juegos. Sus juguetes también cambiaron, ya eran más interactivos como el Furby o los Tamagotchis. Nunca supo lo divertido que era poder hacer bromas por teléfono, pero al crecer, sus «pretendientes» nunca tuvieron que pasar la pena de marcarle a la casa, esperando que no contestara mi papá. Ni fue interrumpida por alguien que descolgaba el otro teléfono, teniendo que gritar, yo lo estoy usandoooo! Y en la U no se tuvo que preocupar por regresar a tiempo los libros a la Biblioteca.
Hoy, yo de 40 y ella de 26, siento que nos llevamos mejor que nunca, quizá porque por primera vez las dos nos encontramos en la misma etapa: Adultez. Ahora siento que nos complementamos muy bien, porque ella me mantiene actualizada, y yo, bueno, puedo aconsejarla ya con un poco de experiencia.
Hermana: «Ahora la ceja se usa tipo Cara Delevingne»
Yo: quien?!
Google:
Gracias a ella pude entender Snapchat
Bueno, no es como que le entiendo mucho, pero por lo menos me explico cómo usar los filtros que me encanta usar con la pequeña!
También me ayudo a hacer mi Bitmoji y poderlo usar en los chats, si no de que otra manera puedo expresar, por ejemplo,
como me siento cuando espero a que la pequeña termine su clase de natación.
Gracias a ella sigo a Yuya en Youtube, a the bucket list family en instagram y escucho a Jonas Blue. Con su actitud YOLO, me hace «ubicarme» para no tomar ciertas cosas tan enserio y despreocuparme un poco. Y aunque me describa como «no te ves tan vieja para tener 4o» Nótese que los Millennials ya consideran los 40´s como vejes, me encanta pasar tiempo de actualización con mi Millennial, a quien vale la pena recordarle cosas como, que ningún mensaje de texto puede sustituir una buena platica en persona, acompañadas de un buen café. O que aunque tenga un mundo de información en un dispositivo del tamaño de su mano, nada se compara con sentir las páginas de un buen libro y el olor de sus hojas.
con cariño para ti hermana! y para todas las que tienen la suerte de tener hermanas con varios años de diferencia xoxo