Regresando de cuatro días de descanso, con unas inmensas ganas de abrazar a mi pequeña, resulta que tengo tremenda infección en la garganta, de esas que te tumban con calentura, dolor de cabeza, cuerpo cortado. El diagnóstico: amigdalitis, bronquitis y otras enfermedades más que también terminan en itis. Y aquí me tienen en cama con nebulizador, antibióticos, desesperación, mínimo dos días para que las medicinas hagan efecto y pueda tener contacto con ella.
Soy una mamá muy encimosa, lo sé cuando la abrazo fuerte fuerte y me empuja tratando de escapar de mi asfixiantes brazos. Pero al recordar lo rápido que dejó de ser bebe y pasó a ser “toddler” trato de aprovecharla cada instante, y en cuanto tengo otra oportunidad vuelvo a apretujarla fuertemente.
Hoy tengo que ser, muy en contra de mi esencia, de mi naturaleza, una mamá fría, que no abraza, que no la toca para hacerle cariños, que no la tiene a su lado todo el día. Y ella lo nota, a pesar de que escapa de mis brazos cuando los tiene, ahora que por su bien no puedo dárselos, se me acerca, me los pide, se conforma con recostar su cabecita en mis muslos y si empiezo con ataque de tos y debo alejarme, me reclama con llanto mi “desprecio”. Sé que no entiende por qué lo hago, no puede comprender porque de pronto me he vuelto como la mamá de la pelicula «Mommie dearest» o «Angelitos negros», solo espero no ocasionarle ningún trauma jaja y prometo pagarle todos estos besos, abrazos y cariños con intereses, al fin y al cabo ya me demostró que ¡también a ella le gustan! Qué felicidad 😉 y tu ¿ya abrazaste a tus hijos hoy? ¡aprovecha que si puedes! saludos