Mamá primeriza a los treinta y quiubole

Hoy mis días están llenos de zapatitos, juguetes y la sonrisa de una pequeña personita que, aunque llegó a mi vida hace tan solo 14 meses, me cuesta trabajo imaginarme mi vida sin ella. Pero si hubo una época, que parece tan lejana, donde mi vida era puro trabajo, y los fines de semana un poco de parranda para despejarme antes de volver a trabajar. El llegar a ser esposa y madre era tan solo un anhelado sueño, que por razones del destino, se volvió realidad a una edad muy por arriba del promedio jaja. No era fácil encontrar a quien buscaba, así que cuando por fin apareció a mis treinta y quibole añitos, pues ¡no perdimos más tiempo!
La primera visita con mi doctor después de enterarme que estaba embarazada, preocupada pregunté ¿corre algún peligro mi bebe o podré tener alguna complicación en el embarazo por mi edad doctor? Y sonriendo me contestó que de lo único que tenía que preocuparme era de las reuniones de padres de familia en la escuela, pues quizás seamos los más grandecitos allí, pero fuera de eso, no tenia ¡nada de qué preocuparme!
Gracias a Dios el doctor tuvo razón, y no solo en el embarazo, también en la experiencia en general de ser mamá, no ha habido mayores razones por las cuales preocuparme. Quizás ahora que se la gran alegría que da un hijo haya momentos en los que pienso “de lo que me había perdido” ¿me hubiera gustado ser mamá más joven? ¡por supuesto! Pero ese no fue mi caso, así que solo puedo hablar de lo que me ha tocado vivir, ser mamá primeriza a los treinta y quibole:
Hubiera pensado que una de las desventajas de tener hijos más grande es la falta de paciencia, pero en mi caso fue al revés. Cuando trabajaba siempre andaba a mil por hora, mi ritmo de vida era demasiado acelerado y cuando algo no tenía la misma velocidad me hacía perder la paciencia fácilmente. Ahora he aprendido a tomarme las cosas con más calma, sigo siendo acelerada pero más tranquila. Me sirvieron mucho aquellos frenéticos años para ejercitar mi paciencia tan necesaria ahora, en especial en los momentos que mi personita favorita me hace algún berrinche porque no puede comprender por qué no la dejo abrir la taza del baño, ni sacar la basura de los basureros.
Lo que de plano si es un inconveniente es que ya no se tiene la misma energía que antes. Cuando por fin la pequeña bolita de energía cae dormida a las 8 de la noche, yo quiero caer junto con ella me deja ¡exahusta! Y en verdad me hace cuestionarme, ¿están seguros que los terribles son los dos años y no el primero?! ¡lo que me espera!

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A una mamá treinta y quiubolera le urge actualización, porque lo que nos tocó en nuestra época no necesariamente aplica hoy en día. Cuando quise bajar canciones infantiles lo único que se me ocurrió era Cepillin, Cri Cri, Enrique y Ana. Ibamos en el carro feliz escuchando nuestra nueva playlist, cuando de pronto escucho “Papi di por que niños como yo, no tienen con quien jugar y no tienen una mamá. Yo no se por qué mamá al cielo tuvo que ir, a papá le voy a pedir que me deje ir con mi mamá” ¡casi me hace llorar Cepillin con su canción tan triste!. Llegando a la casa comencé a actualizar mi lista, cambiando a Cepillin por el payaso Trepsi. También descubrí un grupo buenísimo que se llama Mother Goose Club, las canciones clásicas de Mother Goose pero con ritmos más modernos.

Otra de las ventajas de la maternidad tardía: longevidad. Según un análisis de New England Centenarian indicó que las madres que dieron a luz a su último hijo después de los 33 años tenían el doble de probabilidades de superar los 95 años de vida que las que lo hicieron a los 29 años, según el sitio muyinteresante.es. Yo desconozco los detalles de este análisis, no se por qué razón este hecho prolongue la vida de las mujeres, lo único que por mi experiencia se, es que mis ganas de querer ver crecer a mi criatura, son tantas que me motivan a cuidarme, a querer ser más saludable para poder seguir a su lado el mayor tiempo posible.
Todavía no va a la escuela y aun no me tocan esos eventos en los que seguramente seré de las mamás de mayor edad, pero estoy segura que no seré la única, pues cada vez somos más las que vivimos al máximo una soltería, que nos prepara para valorar y apreciar la gran dicha que es el ser mamá.

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Para Frijolito con amor

Estaba nerviosa esperando que me entregaran el resultado en el laboratorio.  No sé por qué les tomó tanto tiempo encontrar mi sobre.  Por fin me lo entregaron.  Lo abro. Solo veo números.  A estos conteos hormonales con tanto nervios yo no les entiendo, ¿qué es negativo o positivo? le pregunté desesperadamente a la señorita que me había entregado el sobre “positivo” me contestó, comencé a llorar. Al verle su cara de mortificación, le dije, ¡no! no se preocupe señorita estas son lágrimas de alegría, es que este es un bebe muy deseado, le explicaba mientras tomaba el puño de kleenex que amablemente me pasaba.  Salí  corriendo hacia mi esposo que me esperaba dando vueltas en el estacionamiento lleno.  Aprovechando que llovía, me tape la cara con el paraguas para que no se diera cuenta del resultado solamente con ver mi cara. Le entrego el sobre, se quedó serio.  Su sonrisa tierna y sus ojos llenos de lágrimas me demostraban que sí había entendido aquello del conteo hormonal.

Les dimos la noticia a mis papás que están lejos por video llamada, y a mi familia política, que son los que tenemos aquí, decidimos darles la noticia de una manera emocionante.  Esa noche que nos juntamos a jugar cartas, incluimos un mensaje en una de ellas.  Así, en medio de un relajado  juego de cartas,  cuando nadie lo esperaba, sale una  donde les soltamos la noticia “Bebe #2 viene en camino” la alegría que sentimos esa mañana al recibir la noticia comenzaba a ser felicidad contagiosa.

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Llegó el momento del primer ultrasonido, increíble como ese tamaño de frijolito ya se le escuchaba el latir de su corazón.  Desde que te enteras de la noticia que estás embarazada lo amas, pero cuando lo escuchas siendo tan pequeño, te das cuenta de la grandeza de ese amor.  Un amor que te motiva, que te llena de ilusión por su llegada.

Mi primer embarazo fue delicado el primer trimestre, por eso con este estuve muy al pendiente de indicadores de problemas como un poco de sangrado. Cuando lo noté, seguí las indicaciones de mi doctora: Reposo absoluto.  Pero a diferencia de mi primer embarazo donde solo funcionaba como incubadora sin mayor preocupación.  Ahora esperaba a un bebe, con otro  bebe aprendiendo a caminar.  Afortunadamente soy bendecida con personas super lindas que nos ayudaron con la pequeña para que yo pudiera guardar reposo.

Parecería que lo mejor que le pudieras decir a la mamá de un toddler que no para en todo el día, es que tiene derecho a dos semanas de no hacer nada, suena maravilloso, pero cuando te lo dicen en serio, es horrible, en verdad es muy feo.  No hay un sentimiento mas angustiante que el sentirte inútil.

Tenía muchas ganas de llorar pero pensé, bueno qué gano con eso, además, esa tristeza también la siente frijolito y no queremos eso.  Tenía que tener actitud positiva, ¿Cómo? ¡quién sabe! Pero actitud positiva aun que tenga que estar postrada en una cama.  Y en vedad que si  me ayudó pensar positivamente, busqué en qué entretenerme: viendo series, con un libro, chateando, hablando.  Y así,  en menos de lo que pensé ya había pasado una semana.

Todo iba muy bien, hasta que de pronto, como si fuera una pesadilla, me encontraba recostada en el mar rojo. Una hemorragia tremenda, un susto espantoso, le llamo a mi marido, después a mi doctora, cuando menos lo pienso ya vamos en camino a urgencias, yo lloraba sabiendo que lo habíamos perdido. Me hacen ultra sonido y ¡aún seguía ahí! ¿Cómo es posible? Gracias Dios mío, esto es un milagro.

Ahora si reposo absoluto, no podré pararme para nada, será pesadísimo, si pero recuerdo la inmensa alegria de ver a frijolito en la pantalla y vale la pena.  Solo que esta vez no es aquel reposo del cual pudiera escribirles: 10 tips para un reposo llevadero.  Ahora era un reposo doloroso donde me resultaba imposible leer o realizar cualquier otra distracción.  Pero  por frijolito valía la pena el dolor, ¡vamos frijolito todo va a estar bien!.

Viene otro ultra sonido, tengo toda la fe de que volveré a verte frijolito.  La doctora que realiza el ultrasonido fríamente dice “no se encuentra la bolsa gestacional».  Confundida le pregunto a mi esposo, no entiendo, ¿donde está frijolito? “ya no está” me responde mientras aprieta fuertemente mi mano y yo me rompo en llanto.

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Quizás quien no haya pasado por la pérdida de un embarazo no entienda el por qué duele tanto, ¡si aún ni nacía!.  Pero seguramente no saben tampoco que a un hijo se le ama desde el momento en que te enteras de su existencia.  ¿Estoy triste? Sí, pero me siento en paz, porque sé que mi esposo y yo (yo reposando y el cargándome cuando no me podía mover, trayendo infinidad de medicamentos de la farmacia, haciendo el papel de proveedor de familia, mamá, papá y ama de casa, todo esto al mimo tiempo, sin dejar de estar a mi lado en tantos momentos de dolor).  En el lenguaje médico dicen que la naturaleza es sabia y si el “producto” no venía bien, el cuerpo decide terminar con la gestación.  Yo creo que Dios sabe que si venía con una malformación tan grande que le traería mucho sufrimiento, ha decidió mejor llevárselo con El.  Me pongo en tus manos Dios mío y acepto  tu voluntad.

Gracias frijolito por la alegría que nos diste, gracias mi amor por todo todo todo tu amor, cuidados y  apoyo.  Y a nuestras queridas familias y amigos que con su cariño nos ayudan a salir adelante.

A quien se encuentre en una situación similar, ¡ánimo! No estás sola.  Y si aún tienes a tu frijolito pero estas triste porque tienes que estar en reposo ¡sé feliz! Porque aún se aferra a la vida y tu estado de ánimo es muy importante para que logre salir adelante, y disfruta tu reposo con actividades que te mantengan entretenida.  Un abrazo fuerte

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Globo Rojo

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Hoy llegó a mí un globo rojo.   Lo recibí después de acostar a mi niña para su siesta mañanera; en mi  tiempito en el que me termino el café y me pongo al tanto de lo que ocurre en el mundo y mi mundo, navegando por páginas de noticias y Facebook, blogs,  Instagram,  fue en esta última donde al ir bajando vi varias fotos de un adorable niño pelirrojo de no más de 4 años.  En algunas salía solo, en otras con sus padres, “cómo se parece a su papá” pensé al verlos juntos.  Me gustó una foto donde el niño salía de cabeza con ambos padres deteniéndolo de las piernas riendo a carcajadas.  Noté que todas las fotos iban seguidas del #redballoonsforryan ¿un globo rojo para Ryan?  Mi curiosidad me llevo a descubrir que se trataba de un movimiento para recaudar fondos para ayudar a la familia del niño con los gastos para su funeral.  Ryan fue atropellado cuando salió corriendo a la calle tras un frisbee.

No lo conocí, tampoco a sus padres, no sé ni siquiera de dónde es,  pero me pudo (entristeció) muchísimo enterarme de esa lamentable noticia.  Siempre he sentido empatía por lo que le sucede a los demás, pero desde que soy madre, el enterarme de un suceso como ese me afecta mucho más que antes. Siento que trae a flor de piel el peor miedo de cualquier padre.

Quizás de sucesos como estos podamos prevenir otros tomando algunas precauciones, como por ejemplo colocando alguna señalización de precaución si niños van a estar jugando cerca de donde pasen carros.

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Pero sin volvernos nerviosos, aprensivos, sobre-protectores, no dejándolos salir a jugar o estando siempre detrás de ellos con un guante de catcher esperando a cacharlos por si se caen. Tenemos que aceptar que vivir es aprender a caminar, aunque caiga, es que suba, baje, salte, salga, vivir es jugar frisbee.

Todo el día he tenido presente a esos padres, con quien me identifiqué al verlos tan contentos con su pequeño en aquellas fotos, y así como a mí llegó su triste historia en un globo rojo, de la misma forma yo les regreso, desde mi ventana en Guatemala a su destino desconocido, un globo rojo cargado de oraciones.  Y a tí también te mando uno con mis saludos y gratitud por leer mis líneas, cuéntame, me gustaría saber ¿hasta dónde lo recibiste?

Mamá fría

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Regresando de cuatro días de descanso, con unas inmensas ganas de abrazar a mi pequeña, resulta que tengo tremenda infección en la garganta, de esas que te tumban con calentura, dolor de cabeza, cuerpo cortado.  El diagnóstico: amigdalitis, bronquitis y otras enfermedades más que también terminan en itis.  Y aquí me tienen en cama con nebulizador, antibióticos, desesperación, mínimo dos días para que las medicinas hagan efecto y pueda tener contacto con ella.

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Soy una mamá muy encimosa, lo sé cuando la abrazo fuerte fuerte y me empuja tratando de escapar de mi asfixiantes brazos.  Pero al recordar lo rápido que dejó de ser bebe y pasó a ser “toddler”  trato de aprovecharla cada instante, y en cuanto tengo otra oportunidad vuelvo a apretujarla fuertemente.

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Hoy tengo que ser, muy en contra de mi esencia, de mi naturaleza, una mamá fría, que no abraza, que no la toca para hacerle cariños, que no la tiene a su lado todo el día.  Y ella lo nota, a pesar de que escapa de mis brazos cuando los tiene, ahora que por su bien no puedo dárselos, se me acerca, me los pide, se conforma con recostar su cabecita en mis muslos y si empiezo con ataque de tos y debo alejarme, me reclama con llanto mi “desprecio”.  Sé que no entiende por qué lo hago, no puede comprender porque de pronto me he vuelto  como la mamá de la pelicula «Mommie dearest» o «Angelitos negros»,  solo espero no ocasionarle ningún trauma jaja y prometo pagarle todos estos besos, abrazos y cariños con intereses, al fin y al cabo ya me demostró que ¡también a ella le gustan! Qué felicidad 😉 y tu ¿ya abrazaste a tus hijos hoy? ¡aprovecha que si puedes! saludos

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El primer año

El pastel y la piñata ya están listos para mañana, mi pequeña ¡cumple uno!. Hace un año esta noche comenzaban las contracciones, con ello iniciábamos también, una aventura de la cual no teníamos la más mínima idea de lo que nos esperaba. En verdad ¡ni idea! y es así como te avientas todo este maravilloso asunto de “la paternidad”, ingenuos desde el principio:

El parto, el no saber a lo que te enfrentas, las mil preguntas que invaden tu mente ¿cómo saber cuando llega la hora?, ese cuestionamiento me aterraba y más porque nos habían explicado en el hospital que cualquier falsa alarma te cobraban ¡bastante! Ahora sé que cuando llega la hora ¡lo sabes!.

Sofía llego después de un largo día de complicaciones que me llevaron al quirófano. Como no estaba planeada la cesárea, no tuve tiempo de ponerme muy nerviosa por ello. Bueno, cuando vi aquel reflector metálico sobre mi cabeza y la sala llena de doctores, si ¡mucho! Pero gracias a Dios ahí estaba mi esposo a quien le pedí que me platicara cualquier cosa para distraerme “¿sabes qué hora es?” me dijo, “la misma hora en la que hace un año estábamos entrando a la iglesia”. Y así, justo al momento de nuestro primer aniversario conocimos a ese ser tan pequeñito que nos hace sentir un amor tan grande, y que nos cambió la vida ¡por completo!.

Todo cambia con la llegada de un bebe. Hasta algo tan rutinario que antes hacías inconscientemente, como ir al baño por ejemplo, se vuelve ahora algo que tienes que planear, porque esos 20 segundos que te tardas ahí adentro son suficientes para que el pequeño ser con ansias por descubrir el mundo, encuentre en alguna parte unas tijeras o aunque sea un gancho de ropa, que en sus manitas tu lo ves como un objeto pulso cortante.

Sales del hospital con esa personita, tu hija, tú, eres su mamá. Si, ahora eres mamá, y como tal, crees que debes de contar con absolutamente todo lo que, con tu inexperiencia deduces que pueda necesitar.  Y sales a todas partes con una gran pañalera  vacía de cosas necesarias, pero que no sabes que puedes llegar a necesitar, como un cambio de ropa por ejemplo, pues desconoces la gran capacidad de un bebe para ensuciar ropita.  Pero eso si llena de  una lista interminable de objetos, que con el tiempo vas descubriendo que son totalmente innecesarios, como un montón de juguetitos ¡para que! Si esos ya los conoce y le llama más la atención un novedoso salero, una servilleta o lo que haya en el lugar a donde van.

Los primeros meses me preguntaba llorando (es muy cierto la depresión post parto causada por el revoloteo de hormonas y falta de sueño) “¿Por qué nadie te dice lo difícil que es esto?” la verdad si es muy pesado, sobre todo cansado. Pero después de los tres meses donde el bebe ya duerme toda la noche, comienza a ser todo más tranquilo. Además, en este tiempo ya conoces más al bebe y también ¡a ti misma! te has sorprendido gratamente con ese lado maternal que no sabías que tenías, pero que gracias a tu bebe descubriste. Hasta tienes nuevos súper poderes como el de limpiar un pañal sin sentir nada de asco!. Definitivamente un bebe saca lo mejor de ti en muchos aspectos, por ejemplo te hace menos egoísta, si vas a un centro comercial prefieres mil veces más comprar unos adorables zapatitos talla minúscula que unos para ti.

Bueno, me voy a dormir, mañana tenemos mucho que festejar.  Celebrare que hoy mis días empiezan con un sol brillante, aunque afuera esté nublado, y que al atender aquel llamado que viene desde la cuna me recibe paradita sujetada fuertemente de los barrotes, con sus pelos parados y su sonrisa chimuela que brilla cual estrella luminosa. Con su dulce mirada que hipnotiza, haciéndome olvidar completamente que tan solo 12 horas atrás sentía gran alivio, ya que por fin aquel terremoto habia caído dormida. Festejo mi más grande bendición que llena de alegrías, sustos: “qué te metiste?!” mientras saco pedacitos de objetos no identificados de su boca “ cuidad….. wuaaaaaaaaaa”, “¡no! Eso no se jala!” “¡no! Eso se quiebra” “¡no! Eso está sucio” “¡no!” “¡no!” “¡no!”, y sorpresas todos mis días.

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Un Legado

Para ser legendario no se tiene que descubrir una ley de la física como Einstein, tampoco tener algún  talento artístico/musical como Picasso o Mozart,  ni deportivo como Pelé o Babe Ruth. Simplemente con hacer bien y con corazón lo que hacemos día a día, podemos con nuestro ejemplo, dejar un legado a nuestros hijos y demás descendencia.

Hoy murió un ser legendario, su legado: ser una ejemplar esposa, mamá, abuela, ama de casa.

Nació hace 94 años en un pequeño pueblito de Sonora, México llamado Cocorit.  Cuando era novia de mi abuelo, él se fue a la segunda guerra mundial.  Pasaron 4 años y todos insistían que lo olvidara, le decían que ya no volvería más.  A pesar de la presión, ella continuó la espera, que bien valió la pena pues su gran amor regresó y se casaron.  Mi abuelo se volvió cónsul de Estados Unidos, lo que los llevo a vivir en varios países.  Pero el mundo no cambió a esa Cocoreña traviesa que se divertía en su pequeño pueblito robando naranjas de los huertos, siempre tuvo esa inocencia, esa gran capacidad de asombro y de poder encontrar lo hermoso en las cosas más sencillas.  Platicar con ella era una delicia, tenía una infinidad de historias maravillosas.  “Imagínate aquella pueblerina en cenas con presidentes y embajadores de todo el mundo” me contó,  “yo estaba acostumbrada a usar ropa sencilla, conservadora, pero cuando vi que en aquellas cenas usaban esos vestidazos, no quise que mi esposo se sintiera avergonzado de mí, me quité la pena, y aguanté la incomodidad de estar apretada de la cintura, y hasta de rojo carmesí me pinté los labios”. Su belleza era la misma por fuera que por dentro ¡muy hermosa! Y aún así, hasta sus últimos años, nunca descuidó su aspecto, siempre muy arregladita y perfumada, con su cabello esponjadito y uñas bien cuidadas.  Gracias por enseñarme la importancia del cuidado de nuestra imagen  y luchar por el matrimonio, acompañando siempre a mi abuelo, haciéndolo sentir orgulloso de llevarla de su brazo.  Y así paso la vida, siempre  del brazo de su viejito, quien permaneció a su lado hasta la hora de su partida.  Gracias por este gran ejemplo de matrimonio que nos muestra que sí existe un para siempre, que con amor se pueden superar todas las adversidades.  Bueno, amor y otra cosa más: Risas

Hace pocos años cuando fui a visitarlos, recostada sobre mi cama una noche antes de dormir,  escuchaba las carcajadas que venían desde su recámara, pensando lo maravilloso que era el hecho de que, a pesar de tener  toda una vida y pasar todos los días juntos, aún tenían motivos por los cuales reír a carcajadas.  Escucharlos era felicidad contagiosa.  Esa noche me quedé dormida con una sonrisa, anhelando, algún día tener la fortuna de poder encontrar a alguien con quien reír hasta que fuéramos viejitos.

El olor a café siempre te despertaba en su casa, dirigiéndote hacia la cocina donde la encontrabas feliz preparando algo rico ¡Era buenísima para cocinar! En cada país que vivió aprendía de su cocina.  Afortunadamente tengo varias de sus recetas, algunas escritas por ella, un tesoro de gran valor para mí.  Gracias, porque al hacer la comida a tu familia cada día, me enseñaste la importancia de preparar los alimentos  usando siempre tu ingrediente secreto: amor.

Llegamos a este mundo sin saber nada, pero afortunadamente existen ángeles como nuestros padres y abuelitos que nos enseñan mucho.  Estoy segura que hasta amar se aprende, y eso lo aprendí de ellos, de mis papás, de mi abuelo y mi abuelita chula.  “¿Qué hacemos con tanto amor que nos tenemos?” me preguntaba cuando era niña “¿qué te parece si lo metemos en frasquitos y lo vendemos?!” me proponía.   ¡Qué suerte la mía de no ser buena para vender! Porque tengo todo ese amor almacenado.

Gracias por ser una gran maestra que con su ejemplo me enseñó a ser la esposa, madre y ama de casa que ahora soy,  inspirándome a continuar tu legado.

Te amo eternamente.

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«Soy Feliz, Soy Mamá»

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Hace más de diez años descubrí mi fascinación por plasmar mis sentimientos en líneas, escribiendo, en aquel entonces, situaciones cotidianas que vivía, como mi descontento por la presión que ejerce la sociedad en la mujer soltera, dándome como resultado mi primer libro “Soy Feliz, Soy Soltera”.  No, no es un libro feminista que está en contra del matrimonio, al contrario, habla de cómo una soltería bien vivida, sin presiones, sin amarguras, puede llevarte a una buena elección de pareja.  Quizás tenía razón, pues después de una bien aprovechada soltería, apareció quien ahora es mi esposo y padre de mi hija.  Ahora “Soy ^aun más Feliz, Soy Soltera MAMA”

Mucho a cambiado desde aquellos días cuando podía desvelarme escribiendo hasta la madrugada.  Ahora me despierto (o mejor dicho mi sueño es interrumpido por un llanto) a la hora que en aquel entonces me iba a la cama.  Pero el sentimiento que me provoca el sentarme a escribir sigue siendo el mismo.  Por eso una vez más me encuentro frente a una página en blanco que me intimida, me reta, me hace cuestionarme ¿Quién leerá estas líneas? Quizá nadie, o tal vez alguien más que se encuentra como yo, descubriendo la gran aventura de ser mamá. Y ¿quién soy yo para hablar de esto? Si no soy una experimentada mamá (como mi suegra que tiene 11 hijos) solo tengo una y pocos meses de aprendizaje.  Pero no es mi experiencia lo que me lleva a  plasmar estas líneas, sino mi falta de ella, pues como toda madre primeriza siento miedo, ilusión y una gran responsabilidad por la vida de esta personita que algún día (espero que muy pronto) me llamara “mamá”.

 ¡Mamá! ¿yo?  La lleve en mi vientre por nueve meses, preparándome en este tiempo leyendo  “What to Expect When Youre Expecting”, seguía su desarrollo semanal en Babycenter.comtome junto a mi esposo una “clase para padres”  en el hospital, pero cuando por fin la tuve en mis brazos, sentí que nada de eso me había preparado  para su llegada.  Aquel ser tan frágil e indefenso dependía de mi para sobrevivir  ¡que susto!.  Tenía miedo a todo, a que se me fuera a caer, a que se ahogara tomando leche, a bañarla, cortarle las uñitas,  ¡llevarla a vacunar! ¡pánico! Si ella lloraba, yo lloraba también, ¿Cómo sabría lo que tiene la niña?.   La respuesta, me la dio el tiempo, al irnos conociendo poco a poco; ahora sé que tratándola con todo el amor y cuidado no pasa nada (a lo que no creo poder acostumbrarme nunca  es al pinchazo de las vacunas)  Y no es que ahora sea una valentona sin miedo a nada,  solo que, como se teme a lo que no se conoce, al irnos conociendo, voy soltando aquellos miedos, lo malo es que también, voy agregando nuevos:  ¿Cómo se educa a un hijo? me pregunto mientras sorprendida veo su gran potencial dramatúrgico cuando  hace berrinche, o ¿estaré estimulándola lo suficiente? Cuando me impresiona con las nuevas gracias que va aprendiendo cada día.  Pero mi mayor duda quizás es  ¿Cómo saber si estamos haciendo un buen trabajo como padres?, no hay libro, ni nadie que  tenga la respuesta, pues existen infinidad de estilos de crianza: padres aprehensibos «¿como es posible que no bañes a tu bebe con agua de garrafon?, otros más relajados «¿como? ¿lo bañas con agua purificada? ¡si lo purificado se quita en cuanto toca la tinita y de todas formas va a probar el jabon», estrictos «el niño debe saber quien manda» o “Let it be” «aquí el que manda es el bebe». Ademas, cada niño es distinto, así es que no puede haber un manual preciso que aplique para todos.

Pero cuando mi esposo y yo estamos abrazados viendo a nuestra hija jugar, al verla sonreír, pensamos: quizás no lo estamos haciendo tan mal.

Acompáñame en esta gran aventura de ser mamá, y ahora “bloggera”, quiero saber de ti déjame tus comentarios, saludos y hasta la próxima entrada.